Así de escueto titulo mi comentario de hoy.
En unas líneas me gustaría glosar la personalidad del empresario auténtico, y al referirme a auténtico, quiero hacerlo sobre los que vocacionalmente se decidieron un día a iniciar esta difícil y en ocasiones dura carrera de empresarios. Y lo hicieron descansando en la formación que todo hombre de empresa debe tener, y de nuevo citamos ( lo haremos muchas veces ), que debe volver al empresario o empresaria: la seriedad, la entrega a un ideal de trabajo, a la creación de empleo al cuidado y motivación de estos empleados o trabajadores, ética, moral… y finalmente competencia en la materia que elija.
Todas estas virtudes tan necesarias las hemos adquirido los hombres de mi generación escuchado a nuestros mayores, a nuestros maestros, evaluando y valorando sus enseñanzas.
Después de ello, todo es más fácil.
Acontecimientos recientes y desde hace varios años, nos han presentado la imagen del anti-empresario, es decir, de algunos aventureros desaprensivos que olvidan esta indispensable escala de valores a que me refiero, pues el capitán de la empresa es como el de un barco, que está obligado a salvaguardar la integridad de su tripulación y a abandonar la nave en último lugar.
Podría señalar muchos casos de hombres luchadores que han forjado su éxito descansando en su sacrificio y obteniendo el triunfo que anhelaban en nuevos intentos y enfrentándose al fracaso.
La figura del empresario como la del político no ha sido nunca imagen de los medios de comunicación, porque su misión fue siempre desarrollar su proyecto por un bien común en la sociedad y no reflejar a través de sus éxitos los barcos, mansiones… que deberían formar parte de su propia intimidad.
Detrás de cualquier hombre de negocio debe encontrarse el ejemplo de tenacidad a imitar por los jóvenes emprendedores herederos de una línea de conducta que nos permitirá desarrollarnos en todos los sentidos.
El empresario, lo sé por mis propias carnes, recibe entre otros beneficios, el placer de sentirse útil a la sociedad de la que formamos parte, aportando nuestro grano de arena para su desarrollo y creación de futuro: bienvenidos seáis los jóvenes valores que os incorporéis a un mundo tan maravilloso como el de la empresa.
Un cordial saludo.
Enrique Cornejo