De nuevo, quiero hacer un comentario sobre esta superproducción teatral que se representa en nuestro querido teatro Reina Victoria de Madrid.
No puedo por menos que destacar la emoción que diariamente vivimos cuantos nos encontramos en él. Ver jóvenes emocionados, con lágrimas en ocasiones; ver mayores que vivieron la época y las circunstancias en que la obra se desarrolla.
Cuando en el teatro se da con la clave de hacer reír, de emocionar (de ahí la tragicomedia como ¡Ay, Carmela! ), el resultado es el que se viene obteniendo: el patio de butacas abarrotado e irrumpiendo puestos en pie al grito de “¡bravo!”, el premio que otorgan al magnífico elenco artístico.
Nunca me atrevo a recomendar, por pudor, una producción que esté vinculada a mí de forma directa o indirecta. Sin embargo hoy ruego que el público vaya a encontrarse con este texto, con este montaje, con esta música tan maravillosa…
Gracias.
Enrique Cornejo